Y cuando, finalmente, la muerte aporta el anhelado olvido, ella suprime el presente y el existir, plasmando así su sello a la noción de que la existencia es un ininterrumpido haber sido, algo que vive de negarse, devorarse y contradecirse a sí mismo.
por Friedrich Nietzsche, II Intempestiva.
Pongo el título antes porque breve reseña quiere decir: falsificación. Falsificación en la vida y en la obra de Nietzsche. Nietzsche fue el primero en percatarse de que la urgencia de la revolución se debe a que es el único freno para la violencia. La revolución frena la violencia porque realiza los términos de la justicia, pero la justicia no es para Nietzsche un estado al que se accede de manera ingenua; el acceso a la justicia -como lo demuestra la historia- es el acceso más dificultoso de todos, tal es así, que estará vedado hasta que se provoque la destrucción del hombre y del mundo que ha creado. Dios, por cierto, es la parte fundamental de este mundo. Esta es la primera verdad común a todas las épocas de Nietzsche.
Lo apolíneo y lo dionisíaco, son los dos principios que expresan la vida. En El origen de la tragedia se exponen como dos principios estéticos, dos modos que hacen a la percepción del arte griego, pero luego acompañan a Nietzsche por todo su pensamiento. Se dice que Nietzsche construye una filosofía voluntarista.
A mi juicio, esta es una filosofía del coraje, el pueblo camina detrás de los justos, se pudo estar con Nietzsche, en contra de Nietzsche, pero no, sin Nietzsche.
Hemos dicho que su pensamiento se puede definir como un dualismo vitalista.
Primera falsificación: el pensamiento de Nietzsche no se puede definir, es una lucha despiadada y terrible contra la definición, el concepto, la teoría. Si tuviera que decir algo cierto, lo que es muy difícil, porque este es un pensamiento para ser leído y para ser usado, pero no para comentarios (¿y por qué estás haciendo un comentario?), tendría que decir que este es un pensamiento de la persona y la trascendencia; pero sobre todo de la trascendencia que es el fruto de la voluntad y domina el espíritu de este pensador.
Nietzsche fue alabado por los nazis por su teoría de la desigualdad, atacado por los judíos que aceptaron sin crítica esta burda falsificación. Criticado por sus colegas que no coincidieron con su interpretación del mundo griego, lo cual es razonable puesto que presenta el mundo griego como una suerte de bloque lógico en que conviven todos los principios que interpreta. Willamowicz, su principal antagonista helenista, señala que el mundo griego en realidad evoluciona del culto dionisiaco al apolíneo, a medida que el pensamiento griego adquiere una característica nacional, concluye con un rechazo de este culto de origen asiático, pero no puede decirse que los cultos coexistan armoniosamente y que constituyan la esencia del alma griega. Por otra parte la identificación del idealismo filosófico con el principio apolíneo de la vida también le parece falso a Willamowicz (un nazi) ya que el objetivismo platónico rechaza el poder del oráculo, y trata de construir un mundo positivo en que el arte ocupa un lugar utilitario y subalterno, el de "hacer comprender la filosofía" a los toscos. Esto último es discutible pero la identificación de lo apolíneo con la ciencia griega me parece realmente problemática. Para Willamowicz el pensamiento de Nietzsche está lleno de oscuridad, la que se oculta en frases superficiales y altisonantes y completamente faltas de verdad. Curiosamente, este autor tuvo un gran éxito académico en su crítica, lo que no resulta muy notable, ya que sus demostraciones son irrefutables, debido probablemente a que tiene razón. Pero todos recordamos a Nietzsche y nadie sabe quién es Willamowicz, quizás porque el tema de Nietzsche no sean los griegos (ya sé que nadie recuerda ni a Nietzsche ni a Willamowicz, pero denme esperanza).
En verdad el gran crédito moderno que tiene lo dionisíaco en el pensamiento se debe a su identificación con el inconsciente. Nada más salvaje que esta comparación. Todos seguirán identificándolo pese a la verdad de mis críticas, yo aquí vengo a hacer el papel de Willamowicz, ¡qué vachaché!...
Digamos primero lo más obvio, que no se trata de un concepto griego: los griegos no pensaban que lo dionisíaco era uno de los principios de la vida, realizaron durante una época un culto a Dionisio, pero era un Dios entre otros Dioses. Se trata de un concepto moderno (1900), interpretación de un tal Federico Nietzsche. Bueno, está bien. Pero, ¿y en Nietzsche? Lamentablemente tampoco.
Lo dionisíaco es un principio por el cual se devela la vida (o la verdad) por medio de la destrucción de la imagen, del pensamiento y de la verdad objetiva.
Hay una astucia en el artista dionisíaco que proviene de un conocimiento fruto de su reacción espontánea con la vida. Lo dionisíaco no puede ser dominado o reprimido, muere. Por eso Nietzsche dice que el gran crédito que le concede a los griegos es el haber transformado un culto asiático, cruel y salvaje en una idealización, en una ceremonia, en un atributo fundamental del orden. Del inconsciente también se dice que es el lugar de la verdad, la verdad aparece en los lapsus, en los fallidos. Es decir, la verdad se expresa en el principio de contradicción.
La interpretación parte del señalamiento de la contradicción: una verdad positiva, una verdad pasible de "la toma de conciencia", esta toma de conciencia es el principio de la salud. Si la toma de conciencia no se produce la verdad es falsa o incompleta, o falsa por incompleta. Desde ya esta verdad es una construcción positiva de la conciencia, ya que si no, no sería pasible una toma de conciencia. Pero esto no es todo. ¿Qué es esta verdad? Una restitución del deseo. Colocar al deseo en posibilidad de concretarse o destruirse. Esta verdad así definida, es una verdad incompleta, en el sentido de ser una verdad que no termina, pero su idea, su núcleo formativo es la "toma de conciencia", o "síntesis consciente". Ahora bien, ¿el inconsciente accede al universo comunitario? Para Freud sí, hay toda una trama social para el inconsciente, pero este es terreno metafísico, porque los testimonios que son objetos de análisis participan de la contradicción (primera parte de la verdad) pero no de la toma de conciencia. La especulación en este terreno viene a ser un análogo de la toma de conciencia, en que el pensador, o sociólogo freudiano (por supuesto) reemplaza al deseo del paciente. De esta trama social solo tendremos el indicio de la influencia sobre los vivos, sobre las personas que están, y nuestra investigación solo descubrirá el continente de la oscuridad, tendremos más y más indicios sobre cosas que ignoramos, y nos iremos por este camino sumergiendo lentamente en la impotencia. El inconsciente como sistema tiene la forma de un sistema virtual. Quizás haya aquí una coincidencia fundamental con Nietzsche, de que alcanzar la verdad, pasa en el fondo por la destrucción del hombre. Sin embargo hay una diferencia en la consecuencia, en los modos. La restitución del deseo marca una fe inconmovible en el pensamiento, como la herramienta que puede poner al hombre en equilibrio con el cosmos, en equilibrio consigo mismo y con su propia obra, aunque esto importa la destrucción del hombre, esto significa concretamente la contingencia, la provisoriedad o destrucción de la moral, la política como nos es conocida, tal vez la familia, la religión, quizás incluso la ciencia objetiva, aunque esta última confianza se la reserva. Freud, se reserva este optimismo sobre la ciencia que si es aceptado como herramienta idónea puede permitirnos el acceso a la verdad. Pero esta aceptación de los términos de la "libertad", no es sencilla, ingenua ni espontánea, la aceptación pasa por la famosa toma de conciencia, un reconocimiento de la contradicción, una aceptación de los límites de la conciencia, para fundar algo distinto (el inconsciente y lo dionisíaco son lo mismo). La diferencia es una línea sutil.
Vamos un poco a Nietzsche. Los otros términos fundamentales de su pensamiento son el superhombre, el eterno retorno de lo mismo, la inversión de todos los valores y el discurso de la desigualdad entre los hombres (la moral de los señores y la moral de los esclavos). Nietzsche se ve influido en su edad temprana por el pensamiento voluntarista de Schopenhauer, era el que le daba la mamadera, quien propone que la verdad en el hombre reside en su voluntad, en el "querer", las construcciones del querer son relativas y vuelven a fundirse en él. Nietzsche transforma el "querer" en la voluntad de poderío, cuyo único fin es acrecentarse, porque sólo así puede existir y "existir", es la primera e irrefutable verdad. Es decir que la verdad del cogito cartesiano no está tanto en la afirmación del pensamiento (Cogito sum: porque pienso existo, primera evidencia; la traducción Yo pienso, luego existo tiene dos problemas: 1) que es un razonamiento, y no una regla de evidencia (por la palabra "luego", que mediatiza la fórmula, y 2) pone el acento de la evidencia en el pensamiento cuando lo que quiere demostrar es la existencia). Decía que no está tanto en la afirmación del pensamiento como en la de la existencia, en la vida. Pero esta voluntad de poderío de Nietzsche que rechaza el lastre de lo histórico, de lo sobrenatural, que destruye todo lo que no contribuye a acrecentarla, tiene que cristalizar en alguna forma a fin de no perderse en una pura trascendencia. A mi juicio la voluntad de poderío cristaliza en el superhombre, y esto la transforma en un acto comunitario, porque hasta ahora era quizás algo íntimo propio de la persona que rechazaba todo y por lo tanto no podía salir a la luz. Este acto comunitario puede describirse casi exclusivamente como el discurso de la desigualdad entre los hombres. Entonces repito, sin superhombre la voluntad de poderío sería una pura trascendencia a la que no se puede poner límite, pero también un acto íntimo del hombre, impotente para expresarse en el hecho comunitario. Por eso el Dios que predica Zarathustra no existe, el superhombre no existe, el dualismo que se expresa en lo apolíneo y lo dionisíaco no acepta una resolución, no acepta la unidad, en ninguno de sus términos, ni el hombre será superhombre, ni la desigualdad, será igualdad.
Nietzsche dice que hay una moral de los señores, que una moral destructora, una moral que desea construir una nueva alborada, que describe como la reja del arado, esta es la moral que acrecienta la voluntad de los más fuertes. El acceso al superhombre, el gran mediodía como lo llama, es un acceso trágico. Nietzsche critica la ironía y el lenguaje lleno de inferencias y supuestos como uno de los síntomas más graves de la decadencia de Occidente. Es un acceso trágico porque pasa por la destrucción de sí mismo. Los últimos hombres, los destruidos, bromean y guiñan los ojos ante la destrucción de su destrucción. Otro síntoma de decadencia lo señala en sus Intempestivas, el culto del cuerpo, la sacralización de los deportes (!!!). Estamos en 1900. La moral de los esclavos es lisa y llanamente el cristianismo, la moral del rebaño, que se basa en la misericordia y en el perdón de las ofensas, y cuyo sentimiento dominante es el "resentimiento", o "la fortaleza de los débiles". Esta moral acepta permanentemente al otro como un límite para la propia acción, es la moral de la autodestrucción de la persona. Pero sobre todo proclama el triunfo de la debilidad, la debilidad como meta para la vida. Volvamos un poco al tema de la resolución del dualismo. Ya fuera que este dualismo exista debido a la obra humana, pese a ella, o por naturaleza, no se resuelve pensando la unidad, no se resolverá por nuestro deseo, aunque construyamos una teoría que lo avale. Esta concepción que constituye quizás la crítica más demoledora del idealismo no es propia de Nietzsche, es algo que ocurre en la Alemania de 1900. Otros pensadores como Dilthey también proponen un dualismo. Dilthey, a mi juicio el intérprete más genial de Hegel, nos dice que es como si la realidad hubiera escapado del cerco que frente a ella ha tendido el espíritu absoluto, y que para recuperarla este debe descender al espíritu objetivo, debemos descender a una teoría del estado para explicar la realidad. De nada vale entonces desear esta unidad si la unidad no existe, también es irrelevante el tema del origen, este es el otro aspecto del problema, no importa si en el origen del pensamiento hubo unidad o dualidad, porque eso no cambiará la existencia concreta de la dualidad, o la necesidad de una dualidad para expresar lo real. Lo real dentro de estos sistemas, y el de Simmel, es la vida. Vitalismo dualista como decíamos al principio. Si no se acepta el dualismo la filosofía y la vida caminarán por senderos diferentes, por sendas muertas.
Quizás quienes critican el discurso de la desigualdad de Nietzsche lo vean sólo en su obra y no en la realidad que éste describe con mirada de hierro y un coraje que sólo tuvieron Swift y Maquiavelo. Pensémoslo así. Hemos predicado durante siglos la igualdad, pero no hemos conseguido nada, hemos predicado el bien y hemos fracasado.
Quizás las cosas sean entonces diferentes, el curso real de la vida, no marche hacia la justicia, la armonía y la igualdad. Queremos cambiar el mundo, sepamos primero cómo es. No es sencillo percatarse de esto. Spinoza nos decía: el hombre ha inventado la armonía y a todo le quiere endilgar esta armonía, hasta a Dios mismo. Este es el marco para el otro gran tema de Nietzsche, la invención de todos los valores, este es el acceso a la moral de los señores, la destrucción del idealismo por la voluntad. No obstante la única realidad concreta para este pasaje, para el gran mediodía es la voluntad de poderío, el superhombre, lo hemos definido como mera cristalización en el espíritu comunitario, este es el nihilismo de Nietzsche, la destrucción de la obra humana y la imposibilidad de construir algo nuevo, ¿qué hacer? Pero sí hay algo que hacer y es construir el mundo del superhombre a través de la inversión de todos los valores, solo este mundo podrá salvarnos, podrá sacarnos de la decadencia, este es el aspecto positivo del nihilismo de Nietzsche. Este mundo no existe, no sabemos nada acerca de él, y no es pensando en él que existirá, he aquí -para Nietzsche- la falsedad de Hegel, algo que está en el espíritu de la Alemania de su tiempo. El nuevo mundo, el nuevo marco para la inversión de los valores no vendrá entonces por la obra humana. Aquí entra el otro gran elemento de este pensamiento terrible y original, el eterno retorno de lo igual. Hay quien llama a esto el aspecto mítico de la obra de Nietzsche, él lo describe como una limitación de la energía del hombre en medio del tiempo infinito, es decir, que el tiempo sea infinito, hace que vuelva lo mismo, que la limitación de energía haga volver siempre lo mismo. Esto es lo que dice Astrada, quien merece el mayor de los respetos, quizás entre los argentinos, junto con Imaz, sean los que mejor entendieron este aspecto de la filosofía nietzscheana. Pero a mí la explicación no me dice nada, respeta el texto de Nietzsche, pero no me alumbra sobre el tema (no vayan a creer que Nietzsche explica mucho o aclara mucho sobre este aspecto). Yo asocio al eterno retorno al gran mediodía, al acceso al mundo del superhombre a través de la inversión de todos los valores (moral de los señores). No es posible construir nada para este acceso, es necesario ser-otro, pero no otro nuevo, u otro diferente, ya que la decadencia, la falsificación no es algo propio de una época determinada, sino algo que viene ocurriendo desde siempre, y que oculta el verdadero curso de la vida, entonces este ser-otro, este acceso es a mi juicio a "un hombre clásico", no un hombre griego, porque lo apolíneo falsificó y destruyó la verdad sobre lo dionisíaco para poder dominarlo, el hombre clásico, es lo que el hombre griego pudo haber sido, un ideal, un esquema si se quiere, el hombre que hubiera encontrado el camino de la verdad, el hombre que hubiera rehuido la falsificación del pensamiento y se hubiera reencontrado con la vida. Este hombre siempre existe y tiene un éxito subterráneo y recurrente, no se trata de un éxito visible, estos son los términos del eterno retorno de lo mismo, el acceso al hombre clásico. Entonces el ser-otro, es algo que no se debe construir, sino algo que hay que descubrir, algo que hay que investigar, a lo largo y a lo ancho de nuestra historia, de nuestro pensamiento. Esta es la labor del pensar. Al pensamiento se le exige sinceridad para con la vida, pensar es un despojo, un despojo de la cultura, pero la trascendencia, la verdadera trascendencia del hombre no está en el pensamiento sino en la voluntad (Schopenhauer). ¿Y qué es esta sinceridad del pensamiento? Esto es el crimen de Dios. Aquí según creo se deshecha el problema del origen, el problema de la sustancia de Dios, la fe y su influencia en la libertad, en la vida, han convertido a Dios en un existente, que sea análogo o real no tiene importancia porque el eje de este pensamiento es el hombre, por lo tanto no basta el agnosticismo, el escepticismo, o el ateísmo, no son suficientes, porque ellos de alguna manera contribuyen grandemente y dan sentido a la existencia de Dios, a los efectos de la vida. Dios existe apodícticamente, y la prueba de ello es la falsificación del pensamiento, la moral de los esclavos, en suma, la decadencia. Para superar la decadencia es necesario el crimen de Dios, esta es la función de la sinceridad del pensamiento. He aquí la última nota de lo que se llamó el nihilismo de Nietzsche. Sólo el crimen de Dios compensará al hombre del otro crimen, el del ocultamiento y la falsificación, lo que Zarathustra llama: la vaca multicolor. Nietzsche tuvo varias épocas, se dice que flirteó con la revolución social, con la ciencia positiva, muchos quieren ver en esto una suerte de eclecticismo, de cambio permanente de opinión. Yo entiendo que hay una clara evolución hacia el Zaratustra, Zaratustra con Dionisos viene de Oriente, allí donde la ciencia jamás se separa de la persona. Nietzsche ve en estos intentos la crítica, el sinceramiento del pensar, los vive como intentos liberadores, y es lo que son, uno de la opresión de la burguesía, y otro de la opresión de lo sobrenatural. Pero no es el universo social el marco apropiado para la inversión de todos los valores, y la liberación de Dios no es tampoco suficiente si aceptamos en su reemplazo la autoridad (y su opresión) de la objetividad de la razón científica.
Ninguno de estos intentos de liberación del hombre se hace en el marco de la inversión de todos los valores, y nuestros viejos valores, son los que reproducen "nuevamente" los términos de la decadencia.
Hay una crítica de este pensamiento que expresa que el mundo del superhombre jamás llega a concretarse y que entonces la filosofía de Nietzsche se queda en una mera crítica de los valores, un ademán que no llega a concretarse, una bolsa de aire. Hay, se dice, un agudo análisis de los términos de la decadencia y de los ideales del cristianismo, pero se queda en eso, es cierto, pero otra vez Willamowicz. No es casual la oscuridad de Nietzsche, la metáfora, el símbolo, el aforismo como elemento para la destrucción del discurso deductivo, en él habita la tradición alemana que es una tradición de fe en la razón, y la prueba es que cuando se construye un discurso deductivo, como en el Origen de la tragedia o en la Gaya Ciencia, pero sobre todo enGenealogía de la Moral, quizás su trabajo más perdurable, desde el punto de vista teórico, es brillante, con un rigor casi clásico.
El otro objeto de utilizar el arte, digamos así, es transformar su pensamiento en algo ardiente que llegue al corazón de la gente, en lugar de pudrirse como un secreto en las bibliotecas de las universidades, aquí está la voluntad política del pensamiento de Nietzsche. La crítica es exterior y, desde el punto de vista material, como tal vale. Por mi parte y en vista del fracaso estrepitoso del pragmatismo, yo confiero algún peso a las intenciones cuando son grandes.
Vamos a ver brevemente lo dionisíaco en su expresión clásica. Seguramente Nietzsche tuvo a su disposición diversas fuentes arqueológicas e históricas para su idea de lo dionisíaco, pero la expresión griega más lucida que nos queda es sin ninguna duda, Las Bacantes de Eurípides, obra de la que sólo tenemos algunos fragmentos. La historia es la siguiente. Penteo, rey de Tebas, rechaza el culto de Dionisio en la ciudad donde reposan los restos de Sémele, madre de Dionisio y lo hace en contra los consejos de Tiresias, sacerdote del oráculo y de Cadmo, fundador de la estirpe de Penteo. El rey, lucha contra el Dios, pero a éste lo posee la "locura" dionisíaca, obligándolo a pasear ante el pueblo vestido de atuendos femeninos y luego obliga a su madre a cortarle la cabeza convenciéndola para eso de que se trata de un león y descubriéndole la verdad al final. Los trozos que acompañan el comentario son las dos entradas del mensajero, de gran belleza, y que además utiliza Nietzsche en su propio comentario. ¿Quién es Penteo? Penteo es lo que hoy llamaríamos un filósofo positivista, defiende la familia, el estado, es decir la vida como obra de la voluntad del hombre, acepta el culto de los dioses, que reafirmen este orden de cosas, así como el de la nacionalidad estrictamente griega.
Cuando su familia es poseída por la embriaguez del culto, la persigue para ponerla presa, hasta que el mal hábito pase. No cree que los dioses puedan ponerla en contra de lo que sinceramente es justo ante la razón humana. Toda la tragedia griega gira en torno de dos términos: hybris, que quiere decir aproximadamente desmesura y sofrosyne, que aproximadamente significa, prudencia, este par de opuestos tiene un marco de sentido que es la moira, el destino. La desmesura se produce cuando la fe en las propias fuerzas supera el límite de lo humano, superado ese límite, los términos de la propia convicción se transforman en los términos de la moira, que son los términos de la propia perdición. Quizás la única sabiduría de los dioses está en jamás trasponer ese límite, y la gran ignorancia de los hombres está en ignorar donde se halla. De aquí la importancia del vate, cuya predicción jamás logrará arrancar a quien se ha perdido de su destino, la convicción que supuestamente nos ilumina no puede salvarnos del caer en el orden al cual pertenecemos. Estos términos abarcan la totalidad de la tragedia, y la angustia que se genera no gira tanto en torno al castigo, como a la impotencia por traer luz a quien ha caído en desmesura. Penteo teme que el culto traiga los vicios, la disolución de la familia, la decadencia del estado, pero Tiresias le explica que lo que el culto hace es colocarnos frente a la verdad, la mujer honesta solo expondrá su embriaguez, la deshonesta en cambio quedará develada en su infortunio. La embriaguez es el modo que tenemos de evaluar la verdad de nuestras obras y sobre todo la posibilidad de descubrirlas en un acto público, en un acto comunitario, donde la vanidad de las castas o el poder quedan disueltas. La embriaguez corrige el rumbo de la historia hacia la verdad, es sobre todo una disolución del ego en el acto comunitario, la naturaleza en esto solo hace de contralor, oficia de verdad, pero la dimensión trascendente del acto de embriaguez es el hecho comunitario. Hasta aquí los términos clásicos de lo dionisíaco.
¿Cuál es entonces la relación con el inconsciente? Parece no haber demasiadas. El inconsciente no es sólo el lugar del ello, el lugar de los impulsos infantiles, de las cosas que pueden aceptar o rechazar el mundo pero no comprenderlo, para decirlo de una manera un tanto grosera. En el inconsciente también hay una memoria, que va más allá de la persona y la familia, es una memoria del origen y de nuestra interpretación del origen. Sin caer en las desviaciones de Von Hartmann para quien el inconsciente es lo absoluto y la cultura un paulatino develamiento de su verdad (para mí una concepción teológica). Del inconsciente provienen no sólo los fallidos, es decir el inconsciente no sólo expresa la verdad como contradicción, sino que tiene que ver con cierta comprensión espontánea de las cosas. Se trata de una certeza no-analógica, que no es la intuición, porque en la intuición hay un camino: el de la evidencia. Me refiero, a nuestra posibilidad de seleccionar la causa apropiada, para una consecuencia que nos ha dejado perplejos, nuestro percatarnos que importa una interpretación que no es propia del discurso. El inconsciente evidentemente no gira sólo alrededor de la censura, sino que es otro camino, pero porque no tengamos claro cuál es este camino, no tenemos por qué darle un tinte teológico. En los niveles más complejos de la ciencia abstracta se puede palpar la existencia del inconsciente, ya que depende del descubrimiento en cada camino y la perplejidad es constante, lo mismo ocurre con el ajedrez. En fin, creo que hay un elemento común entre el inconsciente y lo dionisíaco, y es que ambos son modos de pensar el límite. Pero no de pensar el límite positivamente como lo hizo Hegel, como el camino del ser-para-sí, como el camino hacia el infinito, sino pensar el límite como limitación, como oscuridad. Es evidente que siempre los hombres se han relacionado con el inconsciente, no esperaron a Freud para eso, y relacionado quiere decir interpretado, la moral, las nociones positivas de la vida, tienen que ver con esa interpretación, lo que se llamaba la realidad sensible, las pasiones, eros, violencia, lo dionisíaco mismo, son formas de interpretación de un lugar cuya existencia es innegable. Entonces estamos de acuerdo en que antes de Freud los hombres también tenían inconsciente. Además de lo dionisíaco está el aporte verdaderamente notable de Leibniz. Leibniz escribió un libro entre tantos llamado la Monadología, una mónada es una unidad lógica y ontológica, una sustancia simple, es decir una unidad de sentido que sirve para pensar la realidad, hay una jerarquía entre las mónadas, y la percepción de la realidad de ellas es creciente según esa jerarquía, de modo tal, dice Leibniz, que si tomamos el rumor del mar, no podremos afirmar que este sea la suma de cada una de las olas, no podemos percibir el rumor de cada una de ellas, pero sí escuchamos el rumor del mar, hay entonces una síntesis que no pasa por los mecanismos de la conciencia. ¿Interesante? Se piensa que esto es un antecedente sobre una teoría del inconsciente.
En fin, no es importante respecto de lo dionisíaco. Hay tanto en Freud como en Nietzsche, una misma descripción mecánica del problema del límite del pensamiento, pero una diferente interpretación. Freud entonces define la conciencia por un desdoblamiento, hay otra cosa que la conciencia como ha sido entendida tradicionalmente, sin la cual es imposible comprender la locura, un fenómeno que "aparece", como una perversión, una desviación de la conciencia. Por lo tanto si hay otra cosa, en principio y desde un punto de vista material, debemos describir la conciencia bajo la forma de un desdoblamiento. Pregunta: ¿puede el inconsciente abandonar su estado de ser-otro? He aquí una gran perplejidad.
En principio la pregunta afirmando por ejemplo: ¿puede el inconsciente ser objeto de nuestro análisis? Esto no es lo mismo. A mí me parece que objeto de nuestro análisis puede ser el límite del pensamiento pero no el inconsciente. No obstante a través del análisis de la neurosis, de la histeria, de la psicosis, nosotros vamos construyendo términos, una ciencia, un lenguaje, un método, lo que se quiera, que nos habla del inconsciente, por las características propias del lenguaje, de "la herramienta teórica", estos términos, este método, tiene un alcance general, apropiado para una definición de la locura en general y sobre todo del hombre en general. Psicosis, neurosis, histeria, son como las piezas de un juego, se trata de un juego que debemos realizar cada uno de nosotros, son como lugares que debemos llenar con nuestros actos. He aquí a mi juicio, la primera verdad sobre el inconsciente, como memoria del hombre, es decir en un carácter más profundo que su descripción mecánica, el inconsciente es interpretación.
Sartre reacciona contra esto, él dice que la libido no es la medida de lo humano, o por lo menos que es peligroso pensar así, Sartre prefiere la palabra choix, elección, que es el juego que elegimos jugar con estas piezas que hacen a nuestra materialidad, a nuestra mecánica. En cambio, prefiero la palabra interpretación porque eso es lo que es, una visión del mundo, que nos permanece ajena. Y nos permanece ajena porque es la visión de los derrotados, aquella visión que ha sido vencida, sometida por, ¿por qué…? Los vencedores tienen una normativa, una moral, esta puede ser prescriptiva, cuando es muy estricta, o bien, puede tomar la forma de un ideal, cuando se impone como verdad. Pero los vencidos rechazan a los vencedores, y sostienen una interpretación paralela de la contradicción.
Quizás sea por eso que Freud es un pensador maldito, un pensador perseguido, no porque habló del inconsciente, que era algo conocido, que tenía un lugar en la historia del pensamiento, sino porque relacionó lo inconsciente con lo normativo, y entonces aquello tan bajo y violento era nosotros, era de lo que se nutría nuestra moral, la fuente del idealismo, aquello sin lo cual todo descubrimiento resultaba imposible. Así el acceso al aspecto divino del hombre se cierra por completo, a la luz de esta interpretación el hombre se transforma en algo abyecto y oscuro. Entonces lo que define al inconsciente es la interpretación, un apropiarse de lo real; si fuera lo real mismo, la censura sería incomprensible.
Lo que se reprime no es lo real mismo sino una convicción acerca de lo real. Los psicoanalistas se burlan con razón de las críticas que se les hacen respecto de que se utilizan conceptos genéricos para el análisis de fenómenos individuales, y que no se puede dar cuenta del paso de lo universal a lo particular. De hecho hay un psicoanalista inglés, de la escuela de Wittgenstein, que reduce todo el problema a los términos del lenguaje, a juicio de esta gente ilustre, la presión, la angustia que genera la neurosis, se debe a una "confusión lingüística", producida por un concepto genérico que como universal no tiene una referencia real en el lenguaje del sujeto, la cura no es otra cosa que la disolución de estos conceptos genéricos, y el descubrimiento de su uso real en el lenguaje, que siempre revestirá una forma particular. Digamos que para superar la neurosis hay que estudiar las demostraciones por el absurdo de Euclides, me supongo que este delirio ya habrá sido superado. No obstante, la sucesiva definición de las distintas desviaciones o perversiones de la conciencia va acumulando una analítica del inconsciente, es decir, una lógica en los términos de la lógica clásica, esto es, una ciencia. Pero esto no altera la naturaleza de ser-otro en que se obstina el inconsciente, y parece imposible superar el hecho de que su verdad última estará en el contenido que le demos a estas piezas generales, el hombre, el sujeto particular, es la piedra de toque, la llave que pone en marcha todo el sistema. Pero no es todo el sistema. Freud agrega una importante novedad, no somos esclavos del inconsciente, el inconsciente es lo que nosotros somos, esta idea de la esclavitud ante las pasiones, es propia de toda la tradición cristiana, de modo que la libertad solo puede ser obra de la elección, y por ende de la conciencia. En Freud, la libertad, no tiene que ver con la elección (esto es otro motivo por el que me disgusta la palabra de Sartre), no tiene que ver con el juicio, sino que tiene que ver con la verdad. Y la verdad adquiere ribetes de revelación. Su revelación abarca mucho más que la voluntad, se hunde en las raíces del origen, es decir que Freud, por lo menos para un aspecto en su teoría del inconsciente recupera el concepto griego de verdad como develación, como descubrimiento o aletheia (el que descubre, el que trae a la luz).
Esto es importante. Aquí hay una diferencia estructural respecto a lo dionisíaco, lo dionisíaco despersonaliza en la embriaguez, porque la verdad es espontánea, es la verdad cósmica de la physis, de la naturaleza concebida como "organismo vivo". Los griegos carecían de este concepto de censura, y el lenguaje era un vehículo cristalino. La censura a la embriaguez era una censura material, exterior, pero una vez que se accedía a la embriaguez, se accedía a la verdad como tal, era la verdad que expresaban los dioses. En Freud, la naturaleza no tiene esta característica, la verdad que expresa el inconsciente es interpretación, la interpretación de cada quién, lo que cada uno es. Pero queda siempre pendiente el problema de la teoría. Decía que los psicoanalistas se burlan de sus críticos muy sencillamente porque el método tiene éxito en el tratamiento terapéutico de la locura. Ya ocurrió con el surgimiento de la nueva ciencia, en época de Galileo, tenía éxito, el éxito se justifica, solo el fracaso requiere explicaciones. Por eso pienso que pese a las críticas, intencionadas o leales, el psicoanálisis ha ganado la batalla por la interpretación de la cultura. Hemos señalado una diferencia fundamental entre lo dionisíaco y el inconsciente, el inconsciente en el sistema freudiano, es la interpretación, la personalización, la apropiación de lo real. Para los griegos lo dionisíaco es la disolución de esta apropiación, la apropiación es obra de la conciencia, justamente porque es despersonalización de la verdad. La teoría psicoanalítica obraría entonces como lo dionisíaco respecto de esta apropiación, la despersonalizaría, para darle un carácter genérico, esto es integrarla al mundo de la conciencia, de la lógica, de la ciencia. Esta verdad, que solo expresa la contradicción, tiene ahora un aspecto positivo, aumenta su predicación; no obstante jamás deja en el uso de referirse a la persona. Esto es otro elemento común con lo dionisíaco, porque el éxito, del psicoanálisis, que a nuestro juicio torna sus verdades en indubitables, solo se refiere a la restitución del deseo de cada quien, en su carácter especulativo acerca de la influencia del origen en el pensamiento, se torna problemático como ya dije antes. Rene Zazzó, un francés, afirma que la conciencia es el cuerpo, y el inconsciente es el tiempo. ¿Muy sugerente? Aquí la identificación con lo dionisíaco es masiva. Disiento, a mi juicio media la interpretación. En lo que hace a los fines de la teoría, que aquí no pretendemos discutir, ya que la hemos aceptado como verdadera. Lo que se busca es poner al hombre en equilibrio con el mundo, a través de la verdad, y de la toma de conciencia de la verdad, la toma de conciencia, importa la tematización del límite del pensamiento. Aquí pesa en Freud el optimismo de una visión positiva del hombre a quien la verdad salva. Esto es opuesto a Nietzsche quien no cree en el hombre, sólo en su destrucción. Yo no comparto la opinión de que este pensamiento se reduzca sólo a una crítica, o a una nueva teoría del valor. La trascendencia permanente de la persona, se torna en una fe indubitable en la razón. Si bien el eje central de este pensamiento gira en torno de la inversión de todos los valores y del discurso de la desigualdad entre los hombres, su impotencia última, no está en no poder expresar, en no poder construir el mundo del superhombre, sino en recaer en los términos clásicos de la razón, esta es la causa de que resulte simplemente una teoría crítica de los valores. En este sentido afirmamos que si bien Nietzsche destruye inapelablemente el idealismo de Hegel, es finalmente vencido por Kant, esto es, por su propia fe en la tradición alemana respecto de la restitución de la razón. Fíjense, que pensar el límite nos hace recaer en el dualismo, el dualismo es siempre la confesión de la impotencia del pensamiento frente a lo real, y tiene una expresión permanente en su historia, desde la materia-forma, de Aristóteles, potencia-acto, el cuerpo y el alma, hasta la "unidad psico-física", de la psicología social, escuela argentina, y otros abortos por el estilo. Freud también recae en el dualismo cuando piensa el límite de la conciencia, trata de demostrar que el ser-otro de lo inconsciente, no es algo tan misterioso e inaprensible, sino nosotros mismos, con una memoria que va más allá del origen biológico de nuestra conciencia, nosotros mismos, rechazando el mundo que hemos construido, oscuridad de la que la verdad puede salvarnos. Como Nietzsche él cree que esta verdad debe construir un nuevo hombre, y un nuevo mundo acorde con él. Ambos fracasan en esta esperanza, pero en Nietzsche la condición de la destrucción del hombre le da un tinte de desolación y desesperanza. A juicio de Nietzsche, la teoría desnaturaliza, aliena la índole íntima de la voluntad de poderío, cuya esencia es anti-objetiva. Freud cree en cambio que se puede acceder a la naturaleza íntima del inconsciente y establecer para él un conocimiento claro y leyes generales, no acepta en principio límites para el pensamiento, se trata en verdad de dos elecciones, se trata, como diría Heidegger, de dos caminos del filosofar. No obstante las leyes que Freud establece, son leyes puramente materiales, puramente mecánicas; cuando la especulación freudiana debe llenar este ser-otro del inconsciente de significado, lo que resultaría esencial a fin de crear los términos de un nuevo hombre, ésta fracasa, porque no puede medir claramente cuál es la influencia del origen en la "interpretación inconsciente", sólo es capaz de acceder a la verdad a través de sus consecuencias. Nietzsche quizás sea más fino al afirmar que la índole sustancial del origen carece de importancia, porque la influencia en nosotros le otorga de por sí existencia. Ambos tienen la virtud de haber pensado claramente el límite, de haber bajado al universal del trono del absoluto, aunque Freud preocupado por las cuestiones pragmáticas no es tan fino en esto, ambos hacen de la verdad y de la libertad una cuestión particular. Freud recae en la pretensión de una analítica universal para el inconsciente, y esta falsedad puede desprenderse bien de las verdades de su doctrina, y Nietzsche con su culto exacerbado de la persona y la trascendencia no hace sino aceptar sin crítica los términos tradicionales de la razón teorética.
Hemos excedido largamente el comentario de los textos propuestos, pero el tema era complejo y así lo requería. Después del esfuerzo y el cansancio no olviden pensar, a la manera de Willamowicz, que Nietzsche era un ideólogo nazi y que el inconsciente y lo dionisíaco son lo mismo.
Machacando sobre esta cuestión de la opacidad del inconsciente a la teoría, este asunto del ser-otro del inconsciente, quizá tenga relación con psicoanálisis y fenomenología. Desde la fenomenología se critica este desdoblamiento, este ser-otro de lo inconsciente. Ellos piensan que la conciencia no es otra cosa que el objeto que se piensa, no hay tal cosa como un recipiente dentro del que pululan objetos de conocimiento, y sostienen que esta teoría de los "lugares", o los modos de la conciencia, reafirma la vieja concepción sustancialista de la conciencia.
Esto es que, para Freud, el alma simplemente tiene otra forma, una forma herética quizás, pero sigue siendo el alma, cosa que atenta contra el principal objeto de la fenomenología que es el de construir una objetividad fuera de los términos de la lógica, es decir, evitar que el pensamiento sea algún esquema, intentar que sea la realidad misma, que ha alcanzado su interpretación. Según esta concepción el inconsciente sería otro uso de la conciencia y no hay por qué darle un estatus tan substancial. Los fenomenólogos podrían decir: para el psicoanálisis la conciencia se define como un "desdoblamiento" insuperable, y el objeto de la teoría es traer a la luz su parte oscura. Es decir que el psicoanálisis sería simplemente otro modo para la construcción de la objetividad. Desde el punto de vista de Freud (no me atrevería a decir del psicoanálisis) podríamos decir que para la fenomenología, la cuestión de la forma o estructura de la conciencia, cae fuera de la cuestión de la verdad. Si la verdad está en el uso de la conciencia para la constitución de la objetividad, y eso es la conciencia misma, la verdad es obra de la voluntad, y por lo tanto en la obra del hombre estarán, tanto la verdad (que no será algo muy misterioso, sino el fruto del esfuerzo científico), como la libertad. Para Freud en cambio la verdad es cuestión capital en el tema: forma o estructura de la conciencia. Es decir, el tema de la estructura de la conciencia es el tema de la verdad, y sin esta la ciencia no podrá avanzar un centímetro en el terreno de la libertad. Si vamos a lo concreto esta definición de la conciencia como desdoblamiento no ilumina en absoluto sobre el inconsciente como explicitación teórica de la libido. Además de correctas las definiciones deben iluminar el campo que describen con algo más que el principio de no-contradicción, esto es también objeto de la fenomenología. Para Freud la verdad es pensar el límite, el inconsciente es el tema del psicoanálisis. Se me dice que toda teoría ilumina con conceptos genéricos un fenómeno concreto, ¿por qué el psicoanálisis debería escapar a esta norma? A mi juicio por la índole concreta del objeto de análisis. A diferencia de lo que muchos piensan hay en el psicoanálisis una suerte de exceso en la construcción teórica para el campo en que este instrumental se puede realmente poner en uso y verificar. ¿Qué tenemos para realizar, para construir una "analítica" del inconsciente? Primeramente una hipótesis antropológica que define el límite como "censura", después de todo el instrumental de la psiquiatría clásica, que procede inductivamente y saca conclusiones genéricas sobre las perturbaciones de la conciencia, la teoría de la libido y la interpretación de la conciencia, el objetivo principalísimo de la restitución del deseo como forma de alcanzar un equilibrio neurótico, que sería, digamos así, nuestro estado ideal, porque un hombre sin censura, ya no tendría que ver con la vida como la conocemos (aunque este sea un presupuesto teórico insoslayable), y finalmente las especulaciones sobre la relación del inconsciente con el origen que ha llevado a un extremo afirmaría que un porteño simpático, que supere los límites y "haga memoria", podría recitar los Vedas o la teoría de la relatividad sin problemas. Esta es la cuestión, que el inconsciente no expresa nada genéricamente; su lenguaje no es "otro". Frente al analista hablamos como frente a cualquiera, el analista hace la diferencia, el habla con otro que nosotros somos y lo coloca frente a nuestra voluntad de ocultarlo. ¿Pero entonces no hay misterio? ¿No recordamos vívidamente la batalla de Abouquir, nuestra afanosa entrega para la construcción de hachas de piedra, cuando clavamos el cuchillo ceremonial en el cuerpo de la víctima? ¿Acaso el inconsciente no es el túnel del tiempo? No, esa es otra serie, nada raro, todo está en relación, la explicitación de la teoría de la libido y las diferencias patológicas de la psiquiatría clásica. El analista nos mira con cara de ¿de qué carajo estás hablando? Cuando vos eras chiquito y la teta de tu mamá era grande, grande, y el pene de tu papá era grande, grande, en fin, ¡qué desgracia!, ¡qué chabacanería! Fíjense en lo siguiente, si yo por ejemplo pensara que la teoría del inconsciente no está en relación con la explicitación de la teoría de la libido sino con ciertas formas eternas provenientes de la voluntad superior, esencialmente buena y en permanente equilibrio, o si pensara que tras el límite de nuestra conciencia comenzará otro modo de pensar y de relacionarnos puramente espiritual, sin un lenguaje lógico o analógico proveniente de una cultura estelar, o bien, para darles una hipótesis clásica, pensase que la fuente de toda la vida está en manos de un "genio maligno", como diría Descartes, filósofo narigón y antipático, estaría en grave divergencia con el psicoanálisis, no obstante tal vez pudiera establecer algún acuerdo o pacto de no agresión con los psicoanalistas, por ejemplo acerca de que la aceleración de un cuerpo es la media entre la velocidad y el tiempo y no depende del peso de los cuerpos en caída como se pensaba antiguamente (hubo que pensar mucho para entender esto, aunque hoy no se pueda creer), o bien que la gravedad es una fuerza constante directamente proporcional al producto de las masas e inversamente proporcional al cuadrado de las distancias, que para el conjunto de los números naturales previamente definidos 2+2=4, o cosas sencillas como la belleza de un poema del finado Borges. El acuerdo no sólo puede ser sobre verdades indubitables, puede haber acuerdo sobre muchos temas, en los que el análisis seguramente no me preguntará ¿qué-le-parece? Pero en cualquier momento se rasgará este telón y nos encontraremos en el peligroso mundo de Woody Allen lleno de tetas y penes gigantescos.
La cuestión es esta: el inconsciente es el lugar de la verdad y esta surge por contradicción (¡Fenómeno!), ¿pero qué es esta verdad? Podemos decir mucho del comportamiento mecánico en general de esta verdad, que se nutre de la experiencia concreta del psicoanálisis y, es verdad, así ocurrió en innumerables casos, de los que se sacan conclusiones genéricas sobre la mecánica y estructura del inconsciente pero que ocurre intrínsecamente. Y bueno, el material lo pone cada uno. Sin embargo no podemos hablar intrínsecamente de lo que ocurre en general, sabemos que material cae dentro de los términos de la teoría de la libido, que, dijimos no nos enfrentamos con la realidad del inconsciente sino con una interpretación inconsciente de esa realidad, que si la censura no se produce sobre una convicción, no tendría sentido. No vamos a censurar un árbol sino en la medida en que este árbol se encuentre dentro del marco del miedo por ejemplo. Esta interpretación tiene ya un carácter genérico, de por lo menos dos términos, uno la interpretación inconsciente y otro la realidad que se rechaza. La cura, el éxito del sistema proviene del alivio que implica enfrentarnos a los términos de nuestro propio rechazo. De por sí el método no importa "la salud", pero trae una cuota de alivio y nos entrega un marco para el discurso y la reflexión teórica. La salud es pensada a manera de inventario o completamiento, respecto de esta catarsis que proviene de enfrentarnos con los términos concretos de nuestro rechazo. Estimo que no se le puede pedir más a una teoría. Bien dijimos que hay un carácter genérico en la interpretación del inconsciente, e incluso a través del descubrimiento, un acceso al concepto, ¿qué es lo que estamos diciendo? Como siempre algo importante: el inconsciente no existe en general sino que es también un recorte teórico por lo que fuera de la explicitación de los términos de la libido se convierte en pura especulación. ¿Y dentro de estos términos? Dentro de estos términos ha tenido éxito y consideramos que esta argumentación que sirvió para justificar la "nueva ciencia físico-matemática", debe también ser suficiente para el psicoanálisis. Negamos, entonces sustancialidad al inconsciente. El inconsciente no es una cosa en general sino un recorte teórico que aparece siempre referido a la explicitación de la teoría de la libido. Es así como lo hemos definido. No existe en otra forma que como aparece, y explica de paso el hecho de que caiga dentro de la teoría, aunque este es un factum, algo que así ocurre y que sólo debemos justificar. Todo esto quiere decir que en el inconsciente no vamos a encontrar ni más ni menos de lo que ya hemos puesto en él. Y ¿cómo aparece en la teoría? Como la tematización del límite, como lo otro (fíjense qué notable, en la lógica hegeliana el límite es la primera nota de lo otro, a través de la cual se construye la finitud, el fin de nuestra posibilidad de pensar siempre es otro, es otra cosa, ya no podemos pasar esta barrera y seguir siendo nosotros mismos, y con esto se construye, ¿qué?, nuestra idea de la muerte, de lo finito, nuestra condición finita, tanto para el ser como para el pensar). Es al negar la sustancialidad del inconsciente que viene en nuestro auxilio la fenomenología, es en este sentido que se puede afirmar que lo inconsciente es un "uso" de la conciencia (la conciencia misma en ese uso), concebida como límite y desdoblamiento. Esta definición ahora parece tener mayor sentido y no estar meramente referida al principio de no-contradicción. Entonces si el inconsciente no es una cosa en general, sino algo que hemos construido, podemos completar tranquilamente su estructura, es decir, podemos alcanzar una definición del inconsciente como "totalidad". Esta visión sería la del inconsciente como "idealidad". A mi juicio el Lacan de los Escritos, aunque después toma una postura crítica que no he leído del todo y que no termino de entender, pero en los Escritos hay una crítica del inconsciente como sustancialidad y se procede entonces a completar el discurso a manera de "inventario" (tres registros, lógica del fantasma: no voy a hablar de eso aquí).
Sin embargo, esta concepción del inconsciente como totalidad entra en contradicción con la forma en que aparece en la teoría, y es que el inconsciente se muestra como "algo más", algo más que todo esto. Se organiza el meticuloso inventario y el inconsciente siempre aparece bajo la forma de: "algo más". Rechazamos entonces también la idealidad del inconsciente que implica la forma: "la totalidad del sistema inconsciente". Repetimos, es porque en la teoría aparece como límite, como ser-otro respecto de la conciencia, pero para esto hemos debido previamente rechazar también la sustancialidad del inconsciente, el que el inconsciente sea una cosa en general. Y entonces: ¿qué hacer?, ¿suspender el pensamiento? Se ha tratado de continuar pensando la relación del lenguaje con lo real, algunas especulaciones son ricas y otras inconsistentes, pero no veo que se haya avanzado un centímetro fuera de los términos de la explicitación de la libido y del arsenal de psiquiatría clásica. Regresemos un poco a la cuestión del instrumental. Los conceptos genéricos, que utiliza el psicoanálisis y que no por ello son abstractos, constituyen la experiencia, lo que hemos llamado: "las piezas del juego". Pero en ocasiones son utilizados como "análogos" de la experiencia misma. Ellos son una interpretación y la condición de posibilidad de la experiencia. Tiene la forma de lo que Kant llama "juicios sintéticos" (no a priori, sino empíricos). Los juicios sintéticos son aquellos que agregan significado al sujeto, aquellos cuyo predicado no está contenido en el sujeto, en este caso por ser "inductivos" abarcan de lo universal (aquí sería simplemente general, porque el lenguaje constituido como tal representa un índice genérico respecto de un fenómeno particular) a lo particular y describen lo particular en lo universal (general). A esto me refería cuando hablo de la índole específica del discurso sobre el inconsciente. Entonces estos conceptos son tomados por la experiencia misma, son usados como análogos para pensar las desviaciones en general, el inconsciente como memoria originaria, la relación del mito y la religión con la cultura, la cuestión del tabú, y cuestiones no tan abstrusas como los fenómenos estéticos, o de la belleza en general. Es decir todos aquellos casos en que falta un referente concreto. El que piensa entonces se coloca "en lugar" del referente (análogo del referente), y hace un uso "análogo" al que este instrumental se presta por su pretensión universalista, porque se pretende describir: la naturaleza humana universal (con esta pretensión positivista nace la doctrina psicoanalítica).
Aquí es donde se cae fuera de los términos de explicitación de la libido y anexos, se cae fuera de la teoría, y se cae gruesamente, se piensa el inconsciente como una cosa en general, que de manera encubierta influye en todos los fenómenos de la vida, de la cultura, de la historia, pero, ¿quién puede ser su propio analista?, ¿qué puede sacar a luz sino sus propios deseos y fantasías sobre el espectro en el que está pensando? Esto desde el punto de vista de la "pretendida objetividad natural", en referencia a los términos propios de la teoría, y desde el punto de vista formal, desde el punto de vista de cómo es el instrumental, debemos tener en cuenta que estos conceptos genéricos no son la experiencia misma, sino algo que sirve para pensarla. La verdad, dice Kant, está en el juicio, en la interpretación y no en la cosa. Ocurre con la doctrina psicoanalítica algo similar que con los positivistas lógicos: cuando aplicaban las categorías de la epistemología de la ciencia a las ciencias formales obtuvieron una alta predicación de verdad, alcanzaron éxito, digamos, pero cuando midieron toda la realidad histórica con el único referente de la verdad o de la falsedad de las cuestiones, se produjo el consiguiente empobrecimiento de la verdad y de la realidad, que trajo aparejado el "relativismo científico", una forma de escepticismo. Es lo que Husserl llama psicologismo en la ciencia, y contra lo que lucha, exigiéndole a la teoría un enriquecimiento de la realidad, no su transformación en un esquema, sino la realidad misma interpretada. Y aquí también notamos que no es importante lo que se dice sobre el arte o sobre la cuestión de la antropología, el mito, etc.
¿Quién está usando el material si no el analista? Y hemos dicho que el material no es otra cosa que su uso. Cuando Freud piensa en la cultura dice que el instinto de la muerte, el instinto tanático es la otra cara del deseo. En Hegel también el límite nos lleva a la infinitud, pero de ella a través de la determinación de la existencia se pasa a la infinitud, concebida con ser-dentro de sí mismo, y no un indeterminado en-sí, del pensamiento clásico, la infinitud es una categoría histórica.
Buenos Aires, 2009.
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